Luna-Tahiz-Huerta-Jimenez
el agosto 13, 2024 a las 2:04 pm
Desde mi punto de vista, creamos toda una capa protectora de adulto que te impide conectar contigo, con el miedo a equivocarte, los juicios dejamos de hacer cosas que hacíamos de pequeñitos o simplemente decidimos que ya no era para nosotros,
Cuando en realidad mantenerte en el modo juego y curiosidad te mantiene vivo! Y energético! Con la consciencia del adulto jugando como niño ❤
Ana-Laura-Aguilar-Amador
el agosto 14, 2024 a las 3:13 pm
Por los juicios, y por creer que los adultos ya no juegan. Pero pienso que deberíamos ser cada vez más como niños. Seguir cultivando nuestra capacidad de asombro, poder transitar por las emociones de una manera tan fresca y fluida como lo hacen los niños, y seguir jugando sin límites.
Jocabet-Abigail-Arano-Moreno
el agosto 28, 2024 a las 10:53 pm
Pienso que uno deja de jugar por eso que se piensa que es «ser adulto» madurar, y no hay más tiempo para niñerias jaja basado en las experiencias personales de cada persona.
Karina-Elizabeth-Velasco-Gonzalez
el agosto 27, 2024 a las 9:52 pm
Creo que muchas veces tenemos creencias limitantes, que nos han pasado de generación en generación. Yo recuerdo cuando me dijeron: ya estás muy grandecita para jugar. Y fue como si se me hubiera acabado el permiso de hacerlo. También porque se espera que asumamos más responsabilidades, y al juego se le ve como una perdida de tiempo, algo mucho menos importante que otras actividades o tareas.
Desde mi punto de vista, creamos toda una capa protectora de adulto que te impide conectar contigo, con el miedo a equivocarte, los juicios dejamos de hacer cosas que hacíamos de pequeñitos o simplemente decidimos que ya no era para nosotros,
Cuando en realidad mantenerte en el modo juego y curiosidad te mantiene vivo! Y energético! Con la consciencia del adulto jugando como niño ❤
Por los juicios, y por creer que los adultos ya no juegan. Pero pienso que deberíamos ser cada vez más como niños. Seguir cultivando nuestra capacidad de asombro, poder transitar por las emociones de una manera tan fresca y fluida como lo hacen los niños, y seguir jugando sin límites.
Pienso que uno deja de jugar por eso que se piensa que es «ser adulto» madurar, y no hay más tiempo para niñerias jaja basado en las experiencias personales de cada persona.
Creo que muchas veces tenemos creencias limitantes, que nos han pasado de generación en generación. Yo recuerdo cuando me dijeron: ya estás muy grandecita para jugar. Y fue como si se me hubiera acabado el permiso de hacerlo. También porque se espera que asumamos más responsabilidades, y al juego se le ve como una perdida de tiempo, algo mucho menos importante que otras actividades o tareas.